Decía Borges en su cuento "Ulrica", que ser colombiano es un acto de fe. Creo que nadie ha podido expresarse mejor sobre eso. Leer los comentarios, sobre todo de ciertas noticias polémicas sobre algunos asuntos políticos es realmente indigesto. Los intercambios de insultos, de amenazas, palabras hirientes y acusaciones sin fundamento es realmente asombroso, y parece una impronta que nos distingue como colombianos. Yo he pensado desde hace un tiempo que estos ataques, plagados también de muy mala ortografía, a veces fundamentados en la ignorancia (entendida ésta como el hecho de ignorar algo, de desconocimiento puro y duro
) y acompañados de fotomontajes muy mal hechos que buscan en muchos casos asociar el rechazo a la política con sentimientos como el asco y la repulsión, tienen su origen en los bajos niveles de lectura [1.9 libros por año según datos obtenidos en la última feria del libro) pero también en esa cultura del macho que responde, que no se deja, que dice cualquier cosa para, al final de una discusión, necesariamente tener la razón. Ganar al precio que sea, así sea inventando cosas - horribles - y teniendo el asesinato como última expresión del afán de anular al contendiente, en el afán de imponer la razón por la fuerza. Eso explicaría los datos presentados por el informe Forensis en 2016 que hablan de 11532 asesinatos, de los cuales una cifra importante fue el resultado de discusiones que derivaron en riñas y luego, en asesinatos. Los 154 líderes asesinados, son igualmente un doloroso y cruel testimonio de esta incapacidad de resolver las diferencias y las controversias de modo pacífico, sin llegar a la eliminación física de quien es distinto.
Lo sucedido en las redes sociales no es más que una expresión de lo que pasa en la realidad, de ese afán por ganar discusiones del modo que sea, de imponer el criterio propio [¿A veces se tiene criterio?] del modo que sea, por el afán de tener la verdad incluso pasando por encima de evidencias completamente claras y reales. En este contexto de polarización, que mis queridos amigos, no es nuevo [ese es un cuento inventado por quienes precisamente no leen historia y no se acuerdan de las cruentas guerras civiles del siglo XIX entre bolivaristas y santanderistas, entre centralistas y federalistas, entre liberales y conservadores, entre comunistas y anticomunistas y así hasta nuestros dias] las acciones de personajes influyentes deberían contribuir a aminorar las reacciones violentas, no a incrementarlas. Y las expresiones en Twitter de cierta persona que fue EX - presidente [aunque él no quiera entender que ya no gobierna] a quién por todo nombre llamaré el Innombrable, definitivamente, no ayudan a este propósito. Y justamente, lo llamo innombrable, porque mencionarlo con el objetivo de realizar cualquier crítica, no necesariamente destructiva, puede atraer hacia sí, hordas de personas fanáticas, dispuestas a "hacer respetar" la palabra de esta persona, a su modo, el único que conocen: a través de la violencia, los insultos, las amenazas. Estas personas, que parecen carecer de capacidad para pensar por sí mismos, están dispuestas a agredir a quien consideren que se opone, con o sin argumentos válidos, con o sin razón, a su líder. De hecho, hace poco colocaron en un cartel publicitario que votarán por quien les indique su Gran líder - nananana líder, me hace acordar de ese célebre capitulo de los Simpsons y sus oscuras implicaciones- y algunos de ellos como el señor Josué Martínez, no han revelado sentir ninguna vergüenza por realizar amenazas de muerte de modo explícito, a quienes se opongan a ese señor.
Pero estas actitudes no son nuevas. El episodio con el periodista Daniel Samper no es más que la última, de muchas salidas en falso que tanto él como personas de su partido han tenido y por las cuales han debido retractarse. Un ejemplo más que vociferante es el señor Jose Obdulio, quien ha debido retractarse más de una vez; el señor Fernando Londoño, cuya lengua era y sigue siendo incontrolable, debió hacerlo también así como el mismo EX-presidente ha debido hacerlo, en particular y muy dolorosamente, con las madres de los jóvenes ejecutados extrajudicialmente, oriundos de Soacha. Todo ello sin mencionar las afirmaciones disparatadas que los han hecho convertirse en tendencia [de burla] en Colombia, como el tema de la pertenencia de la URSS a la ONU o de que el impuesto a las bolsas era para financiar a la guerrilla, llegando a cuestiones tan graves como mencionar la inexistente ideología de género en los acuerdos de paz y adjudicarle a las FARC actos de terrorismo que no cometieron. Lo peor de todo esto, no son estas expresiones en sí, sino sus consecuencias: miles de personas en Colombia, que no leen ni la etiqueta del champú, creen a pies juntillas estas mentiras o afirmaciones difamatorias, las reproducen por miles en redes sociales [foros de tontos con voz como parecía afirmar Umberto Eco] jamás se molestan por averiguar ni siquiera en Google que tan reales son, y se alimentan de un odio visceral que luego convierten en actos como publicar montajes fotográficos, noticias falsas que empeoran el ambiente de desinformación, llegando a las consabidas amenazas.
Una variante que intenta ser elegante, en medio de todo, pero que no logra hacerlo, es toda esa fauna de portales de noticias falsas, que las personas comparten activamente por sus redes sociales. De hecho, sus fanáticos los retuitean y comparten en facebook de manera frenética y casi enferma, sin siquiera detenerse a abrir el link y leer, para darse cuenta de la pésima redacción, la completa falta de fuentes de referencia, fotos montadas incluso de manera burda... es decir, totalmente facil de identificar que se trata de noticias falsas. Oiga Noticias, Panam Post, El Nodo, Periodismo Sin Fronteras por solo nombrar los más conocidos, son una linea de fuga de todas estas manifestaciones de rabia y odio incontrolable que se nutren de lo que personajes como el EX-presidente, el señor Gaviria, la señora Valencia y otros más, dejan escapar por Internet.
¿Son completamente inconscientes los miembros de esa colectividad política y su líder, del poder que tienen y de lo terriblemente dañino que es, en un país polarizado, de personas que no leen y que además están totalmente dispuestas a llegar a la agresión física por defender una idea que no tienen idea de si es cierta o no? En ese contexto, es completamente irresponsable que el señor EX-presidente continúe escribiendo por Tiwitter acusaciones que no le constan, moviendo esas hordas fanáticas que lo siguen [es difícil saber si lo sabe o no y si lo hace con esa intención], poniendo en peligro la integridad de sus acusados y lo peor, llevando a Colombia más hacia el fondo en lo que respecta a agresiones, violencia entre nosotros, lenguaje soez, ideas de revanchismo y odio. No necesitamos más de eso. Es un acto de total falta de solidaridad, de amor por el país, de compasión por sus victimas, el no cooperar en la pacificación de Colombia sino por el contrario, continuar echando leña al fuego [aunque uno diría que el señor EX-presidente echa de esos presto-leños que usaba el doctor Emmet L Brown en volver al futuro, es decir, explosivos].
Bien lo ha dicho el señor Navarro en su tweet del cual tomé el título de mi reflexión: Tenemos que deponer la lengua, las palabras ofensivas, las amenazas, las acusaciones falsas. Y quienes deben hacerlo primero son las personas como usted señor EX-presidente. Usted es una figura pública, el ejemplo y el ídolo de miles de colombianos que no leen ni el manual de instrucciones de los aparatos que compran. No debemos continuar en esta espiral de acusaciones infundadas y absurdas que, no sé si usted lo sabe o no, pueden llevar a enajenados como el señor Martínez, a pensar que un buen modo de corroborar es matando a quien lo ha emitido. No, ese no es un buen modo de desmentir a Daniel Samper. Si desea hacerlo, hable con la verdad, de modo claro y diáfano. Estas acusaciones no hacen más que ponerlo a usted en el lugar de burla, de mentira, y casi de encarnación del mal.
En lo que respecta a nosotros como colombianos, TENEMOS LA OBLIGACIÓN DE LEER. No podemos seguir creyendo todo lo que se coloca en Internet porque alguien influyente lo dijo. Esto va también para los militantes de izquierda que a veces colocan fotomontajes obvios, o escriben cosas que no resisten un examen crítico. También debemos ser serios y tener fuentes fidedignas. Y por sobre todas las cosas, nosotros también tenemos la obligación de deponer la lengua, de bajar al espuma, de reducir la tensión, de aminorar la agresividad. Estamos configurando en el presente, el país que tendrán nuestros hijos que aprenden de nosotros y de las figuras públicas, y vivirán en lo que nosotros dejemos como herencia.