Hoy quiero escribir sobre algo que me sucedió el día de ayer, cuando decidí usar mi bici para ir a encontrarme con un amigo con quien tenemos un proyecto de promoción de la lectura. Tuve ocasión de darme cuenta del nivel de inseguridad en que se está hundiendo Bogotá desde hace mucho, en carne propia. Por tercera vez fui abordada en la vía por la que iba en bici, llegando al Centro Internacional, esta vez por un sujeto muy bien vestido, en una bici muy elegante, y con aspecto de deportista, que trató de robarme a base de engaños. Me dio un largo discurso acerca de pertenecer a un club de amantes de la bicicleta, sin precisar exactamente donde e insistiendo que era los sábados y que 170 mujeres pertenecían a él. Me siguió por espacio de 15 minutos. Yo hice como que iba más despacio, como que la bicicleta por lo vieja tenía fallas, le repetí muchas veces que no estaba interesada, luego le dije que quizá si asistiera, que gracias, y finalmente, por hacer como que mi amigo A-lex me llamaba, para quitarme al sujeto de encima. Como notó que no podía persuadirme, me ofreció los datos de su club, pero primero tenía que acompañarlo a su casa, ahí en la 32 con Caracas para darme un volante, que conveniente. Pasó la calle 13 y yo, que soy sumamente desconfiada, comencé a pedalear más rápido y le grité "No puede desplumar a un pollo pelado, creo que notó que tengo una bici vieja y un celular bloqueado" y me dirigí al CAI que está en el Centro Internacional. Los policías, con parsimonia recibieron mi declaración, habituados a este tipo de cosas, imagino. Y como lo dije antes, es la tercera vez que tratan de emplear esta treta conmigo. Pero he preferido eso. A Dios gracias hace tiempo no me atracan, todo el mundo sabe la horrible sensación y el pánico que se siente en una situación así. Si, de hecho, casi todo el mundo en Bogotá lo sabe, así de frecuentes son los atracos.
Lo que más me aterra de todo esto, es cómo el robar, el delinquir, se ha convertido en una opción muy rentable para muchas personas que me imagino no desean trabajar pues no ganan lo mismo y a la misma velocidad, que robando. Y esta no es una problemática nueva. Desde hace años las diferentes instancias del gobierno han luchado contra la criminalidad aumentando el pie de fuerza, la penas [que ya no dejan lugar en cárceles atestadas en las que normalmente los delincuentes aprenden aún más técnicas para perfeccionar su oficio] y desmantelando bandas y redes. No obstante, la percepción de seguridad no mejora. Según el portal Vision of Humanity (1), Colombia para el año 2016 ocupa el lugar 146 entre 163 naciones en las cuales se realiza una medición de niveles de violencia, dentro de los cuales se incluye la violencia social, al lado de la violencia de los conflictos armados internos. No obstante, Colombia, como puede verse, tiene un panorama preocupante en lo que a violencia social se refiere. Las tasas de criminalidad, (4.0/5), homicidios (5.0/ 5), población encarcelada (2.9/5), acceso a las armas pequeñas y las armas ligeras (4.0/5) y crímenes violentos (4.0/5), evidencian una situación alarmante, originada en buena medida en la delincuencia. Pero ¿De donde sale tanta delincuencia? ¿Por qué tantas personas terminan dedicándose a esto? Cuando ví a quien trató de robarme, vi a una persona, y me pregunté por su historia, por aquello que lo llevó a dedicarse a engañar ciclistas para quitarles su medio de transporte. Desde un puto de vista analítico, muchos estudios se han realizado al respecto y se concentran en demostrar que la delincuencia se origina en condiciones de pobreza muy fuertes, familias disfuncionales y con violencia interna (Chaparro, 2013), así como falta de oportunidades de estudio, necesidad de pertenencia a un grupo, y desempleo (Mejía, Ortega, Ortiz, 2014). Y si miramos los índices de pobreza en Colombia, en verdad notamos que, según el DANE [cuyas cifras no son del todo confiables, siempre hay un subregistro que ellos colocan en otras categorías] al 61,7% de los colombianos los ingresos apenas les alcanza para subsistir (2). Ello a pesar que, de acuerdo con esta entidad, la pobreza se redujo al pasar de 28,5 % a 27,8 % y que 700.000 personas salieron de la pobreza en el último año, según el indicador multidimensional; pero tengamos en cuenta que también dijeron que una familia que gana el mínimo [760 mil pesos más o menos] ya no es pobre. Pero este no es el único factor.
Si tenemos en cuenta que la deserción escolar comienza a producirse a edades muy tempranas (De acuerdo con un estudio realizado por la OCDE en 2016) con un 4.5%, en educación básica, 10.5% en educación universitaria y 22% en educación técnica (3), son muchos los jóvenes que dejan de ver la educación como una oportunidad de sustento y menos aún de cambio de posición en la estructura social. A ello se suma la cifra de desempleo reportada por el DANE (9%) y que pone feliz al gobierno al ser de un solo dígito, pero que bien sabemos no incluye el subempleo ni el empleo informal. Todo esto configura un escenario muy favorable para la aparición de delincuencia. Pero, ¿Será que estos son los únicos causantes de este fenómeno?
Lo que yo me pregunto es que, además de todo esto , ¿No habrá también una cultura del crimen teniendo en cuenta que estamos en un país que, como decía Gabo, valora demasiado el dinero fácil? Por muchos años tuvimos una cultura narcotraficante que llegó a ser casi glorificada, y de la cual los medios de comunicación han sacado mucho provecho con sus historias que ponderan las cualidades de ese oficio. Alguna vez publicaron una entrevista de un delincuente juvenil capturado por la policía, el cual admitía que robaba "para irse de farra en la noche". Y es que como lo menciona Chaparro, basado en un estudio de hecho por otro investigador, la carrera delincuencial comienza a edades muy tempranas, por lo que cambiar el camino de estas personas, que notan que el dinero fácil es más atractivo, posteriormente es sumamente difícil. Y ante este panorama, vale la pena continuar preguntándose por qué no funcionan las medidas policivas y punitivas tomadas para disminuir la delincuencia en Bogotá, y en general, en Colombia y si esto no tendrá que ver con la obstinación en "vivir del bobo", "aprovecharse del que da papaya", "como voy yo" o "pasarse de avispado", pues nuestra cultura nacional sin sonrojos justifica la opción del camino más rápido, que por supuesto, no es el camino del trabajo. Si un prestigioso contratista como Guido Nule puede tratar de justificarse diciendo que la corrupción es natural al ser humano, por qué alguien que no estudió, no se sentirá más avivato, más inteligente ganando su sustento sin apenas esfuerzo en pocas horas al robar a un desprevenido. Es una pregunta que queda en el aire para continuar profundizando en ella, pues, desafortunadamente yo soy de esas personas que piensa que más policía, más años de cárcel y más golpizas no van a cambiar este panorama. Como se ve en este bosquejo, esto tiene raíces muy profundas, en las cuales al gobierno no le interesa profundizar pues "no hay dinero" como contestó Santos a los maestros; pero la sociedad colombiana tampoco quiere hacer nada porque para eso eligen a un presidente que tiene que poner más policía, aunque se note que esto es inútil.
Lo que yo creo, humildemente, basada un poco en mi experiencia de trabajo en campo, es que más policía o más cárcel no va a arreglar este tema, ya que es un asunto de fondo, estructural, como ya se ha visto. Y ni siquiera es realmente culpa del genio que tenemos de alcalde, pues es un asunto que en todo el país se ha empeorado en los últimos años. No hay dinero para la educación y el fomento del trabajo, pero si lo hay para pagar 30 millones mensuales a cada congresista y la promesa electoral periódica de luchar contra la delincuencia. Y obvio, para pagar a los corruptos que roban el dinero de los impuestos que se pagamos todos los contribuyentes que no pasamos de vivos burlando el sistema. Calculen ustedes. Según el portal Transparencia Internacional (4) Colombia ocupa el lugar 90 sobre 176 países, que es un nivel importante respecto de la presencia de corrupción en el país. Delincuencia a otro nivel, pero igualmente justificada como decimos en otra expresión de sabiduría popular "de dientes para dentro", porque demasiada gente en Colombia quiere aprovecharse, quiere ganársela fácil.
No sé, en este como en otros casos de situaciones sociales, recuerdo las frases de la película V de Venganza en ese famoso discurso a los ciudadanos británicos, "Sin embargo siendo sinceros si buscan a un culpable, solo necesitan verse al espejo". ¿Hasta donde en realidad es responsabilidad de los políticos y comienza a ser responsabilidad de nosotros cambiar la cultura del dinero fácil y la justificación de la delincuencia como muestra de viveza e inteligencia, de eso que llaman muy mal, malicia indígena? Y hasta cuando toleraremos políticos de castas antiquísimas, que de comunistas no tienen sino las acusaciones del Centro Demagógico, que sostienen una situación como la que las cifras nos mostraron. Hay un sistema político opresor. ¿Hasta donde también es nuestra culpa que eso exista?
Para una consulta más exhaustiva dejo los enlaces de algunas de mis fuentes.
(1)https://www.transparency.org/news/feature/corruption_perceptions_index_2016
http://visionofhumanity.org/indexes/global-peace-index/
(2) http://www.semana.com/economia/articulo/indice-de-pobreza-monetaria-y-multidimensional-2016-en-colombia-segun-el-dane/463788
(3) http://www.dinero.com/economia/articulo/recomendaciones-de-la-ocde-sobre-las-politicas-y-desempeno-de-la-educacion-colombiana/223362
http://repository.unimilitar.edu.co/bitstream/10654/11173/1/ChaparroFigueredoRodrigo2013.pdf
(4) https://igarape.org.br/wp-content/uploads/2015/01/Criminalidad-urbana-en-Colombia-diciembre-2014.pdf